La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) hace hincapié en seis procesos que son fundamentales para que exista bienestar. Uno de ellos hace referencia a los valores, es decir, las cosas que apreciamos y dan sentido a nuestra vida.
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) se vertebra sobre seis procesos fundamentales: Defusión cognitiva, Aceptación, Yo-Contexto, Contacto con el Momento Presente, Valores y Acción Comprometida con éstos. Podríamos decir que estos seis procesos engloban dos pilares esenciales para que exista bienestar derivado de la flexibilidad psicológica: el pilar de la Aceptación Consciente — es decir, mindful — y el de la Acción Valiosa. No obstante, el papel de la Aceptación Mindful no es otro que posibilitar que los contenidos de la consciencia — pensamientos, recuerdos, emociones, etc. — pierdan el poder que generalmente ejercen sobre nuestro comportamiento. Por ejemplo, si me produce ansiedad conducir, puedo evitar que esta situación se produzca, pero si conducir es necesario para cumplir con mi trabajo (porque soy, por ejemplo, taxista), entonces puedo tener un problema si le hago caso a lo que me dice la mente (ufff, no te metas en el coche, que lo vas a pasar fatal… mira cómo te tiemblan las manos… es mejor que te bajes del coche ahora mismo…). Dejar de conducir para no tener ansiedad es un ejemplo de lo que llamamos Evitación Experiencial, y esta es la razón de prácticamente todos los problemas psicológicos catalogados como “trastornos” (ansiedad, depresión, estrés postraumático, consumo de sustancias, etc.).
¿Y cómo sabemos cuándo evitar una situación es una amenaza para nuestro bienestar? Bien, aquí es cuando cobran importancia los valores. Veréis, la Evitación Experiencial, lógicamente, no siempre es negativa. Si estoy cruzando por un paso de cebra y viene un coche, abrirme a la experiencia de ser atropellado no parece muy positivo para mi bienestar. La Evitación va a convertirse en un obstáculo cuando me aleja de lo que es importante para mí, es decir, de mis Valores. Para comprender bien a lo que nos referimos en ACT cuando hablamos de Valores, podemos utilizar la metáfora de Caminar hacia el Norte. Generalmente, vivimos centrados en objetivos concretos, en metas y resultados. El problema es que a veces, esas metas o esos resultados no se dan — de hecho, pocas veces la realidad es tal como habíamos imaginado que sería —. Esto hace que por ejemplo, cuando perdemos esa competición para la que habíamos entrenado tan duro, o hemos acabado la carrera que queríamos, nos sintamos insatisfechos y, de alguna manera, vacíos. Nos hemos centrado en la meta. Sin embargo, lo que alimenta nuestra vida no es la consecución de objetivos en sí, sino aquello que nos mueve en esa dirección, aquello que nos motiva. Por ejemplo, si para mí es importante viajar y conocer mundo, puedo alimentar esta motivación de diferentes formas, y no necesaria y únicamente a través de ese viaje a Londres que al final he tenido que cancelar. También es posible que para mi sea importante ayudar a los demás, y por eso he estudiado medicina, pero he tenido mala suerte y no he obtenido una plaza en un hospital… Sin embargo, ¿estudiaste medicina para ser médico, o porque querías ayudar a los demás? ¿Solo mediante la medicina, o el ejercicio profesional en un hospital, puedes alimentar esa motivación? Es posible, por ejemplo, que puedas hacer voluntariado, o simplemente, buscar otras maneras alternativas a través de las que ser útil a otras personas. Pero, habíamos dicho que los Valores era como caminar hacia el norte, ¿verdad? Bien, imaginad que cogéis una brújula y os decís: ok, quiero ir hacia el norte (ayudar a los demás). Para ello, miráis hacia el horizonte y localizáis un punto de referencia lejano (la carrera de medicina), y os ponéis en marcha. Es posible que en el camino encontréis caminos inesperados, e incluso que os tengáis que desviar y perdáis vuestro punto de referencia (a veces, la vida no te dejará finalizar la carrera de medicina), pero el norte sigue estando ahí, no ha desaparecido. Recuerda que tú quieres ir al norte, simplemente habías escogido ese punto de referencia. Vale, ahora has perdido ese punto en el horizonte, pero, vuelve a mirar tu brújula… ¿Hacia dónde apunta? Ahora toma un nuevo punto de referencia y… a caminar de nuevo (siempre vas a poder encontrar una manera de ayudar a los demás). Por otro lado, incluso cuando llegues a tu meta, a tu punto en el horizonte, verás que aún puedes seguir caminando hacia el norte. Esto es porque las metas solo son puntos de referencia, pero lo que te mueve, lo que da dirección a tus pasos, es el norte, son los Valores.
Por lo general, los valores se encuentran englobados en los siguientes dominios: familia, relaciones íntimas, crianza de los hijos, amistad, educación, trabajo, ocio, espiritualidad, ciudadanía y salud. Es importante que conozcamos cuáles son nuestros Valores, porque alimentarlos es lo que va a dar sentido a nuestra vida, lo que va a hacer que tengamos una vida que merezca la pena vivir y tengamos la fuerza de afrontar las dificultades que a veces podemos atravesar, aunque sen ocasiones sea doloroso.
En otro post hablaremos sobre ejercicios experienciales especialmente diseñados para clarificar nuestros Valores Personales.
Isaac Carmona · Psicólogo experto en terapias Contextuales y mindfulness