La Defusión Cognitiva es uno de los procesos centrales de la Terapia de Aceptación y Compromiso.
Tal vez estés preguntándote qué diablos hace una foto como la de arriba en un post de psicología. Bien, mira cuidadosamente la foto, por favor. Si eres una persona que disfruta degustando el jamón ibérico, quizá hayas notado la jugosa textura que tienen las finas lonchas de la imagen. Imagina cómo debe ser tomar uno de estos panecillos crujientes y probar un bocado de este plato. ¿Puedes notar el olor que desprende? ¿Eres capaz de notar cómo el sabor del jamón impregna toda tu boca?
Si te gusta el jamón y has seguido las instrucciones de arriba, probablemente hayas notado que empezaste a salivar. Si por el contrario, no te gusta en absoluto, quizá hayas tenido una experiencia desagradable al imaginarlo, o directamente te has saltado el párrafo o no has querido sentir lo que transmitían las palabras, evitando la experiencia. Pero date cuenta de una cosa, todo lo que ha sucedido ha sido simplemente viendo una imagen y leyendo un conjunto de palabras. Sin embargo, a pesar de que todo esto no es una realidad física, tu cerebro ha reaccionado de la misma manera como si lo fuera. Qué curiosas son las propiedades del pensamiento, ¿verdad? Solo con la imaginación, somos capaces de provocar una respuesta del organismo, tal como si realmente nos expusiéramos a la realidad que simboliza.
Ahora vamos a realizar otro ejercicio. Esta vez, concéntrate en la palabra «jamón», y repítela rápidamente durante dos minutos…
«Jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón, jamón…»
Si has realizado el ejercicio, quizá ahora tengas la sensación de que la palabra jamón es un poco extraña: «¿realmente esa comida se llama así? Jamón… hummm… una palabra sin sentido…» En caso de que te sientas de manera similar a esta, lo que ha sucedido es un proceso psicológico llamado saciación semántica, algo que tiene lugar porque nos habituamos a la palabra, descontextualizándola y haciéndole perder su significado temporalmente. Quizá ahora, si cierras los ojos y piensas en la palabra jamón, no haya ningún tipo de reacción o ésta sea muy débil.
La palabra jamón puede resultar bastante inocua (a no ser que hayas tenido una historia desagradable con este alimento, y te produzca incomodidad, asco, etc.). Sin embargo, si usamos un término o una frase que nos causa sufrimiento (no seré capaz de subirme al avión; haré el ridículo si hablo en público; estaría mejor muerta; si salgo a la calle, seguro que me va a dar un ataque de pánico; etc), la experiencia ya no nos resulta tan inofensiva. Por ejemplo, si eres una persona que teme volar, es probable que solo pensar en montarte en un avión te causa incomodidad, o quizá, si sabes que vas a viajar dentro de poco por motivos laborales, el miedo que te causa solo pensarlo dé lugar a que tu mente genere múltiples estrategias de evitación, como por ejemplo, «diré que me he puesto enfermo/a».
El pensamiento es capaz de generar reacciones y dar lugar a comportamientos, bien de aproximación, bien de evitación.
Esta maravillosa propiedad que tiene nuestra mente de representar la realidad y fusionarse con ella (es decir, creérsela literalmente para predecir, resolver problemas, prever necesidades, etc.) es un arma de doble filo, ya que en ocasiones, puede ser un verdadero lastre para que sigamos realizando las acciones que son necesarias para ser fieles a lo importante en nuestras vidas: montar en un avión porque es necesario para cobrar a final de mes, o dar una conferencia porque, para nosotros, es importante ser una buena profesora.
La defusión cognitiva, el proceso que da nombre a este post, es uno de los pilares de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), y consiste en debilitar el control que el pensamiento ejerce sobre nuestra conducta, de manera que, aunque éste siga en nuestra mente, no continúe siendo una barrera para la acción. Existen diferentes metáforas y técnicas que se utilizan para lograr debilitar este control. Una de ellas es la que hemos usado aquí, repetir una palabra muchas veces hasta que se descontextualice su significado. Así, mindfulness es otra de las grandes herramientas con las que cuenta un psicólogo contextual para lograr este objetivo, dado que cuando observamos los pensamientos desde la actitud mindful, nos damos cuenta de que un pensamiento solo es un pensamiento, y nada más. Es decir, al igual que el resto de técnicas de defusión cognitiva, en psicoterapia, mindfulness se utiliza para debilitar la literalidad del lenguaje, permitiéndonos vivir una vida con sentido, y no constreñirnos con pensamientos que no nos llevan a ninguna parte mas que a una espiral continua de evitación y sufrimiento. De nada sirve pasar horas en un cojín si, al finalizar la meditación, no actuamos siendo fieles a nuestros valores.
Isaac Carmona, Psicólogo experto en Terapias Psicológicas de Tercera Generación